El primer transexual y personaje real Einar Wegener
se dio cuenta de que toda tu vida había sido una verdadera farsa, su matrimonio, y el
entorno social aparentemente seguro por donde transitaba, pero cuando su esposa
le pide que pose como mujer en ausencia de una modelo para uno de sus cuadros,
los deseos reprimidos de Einar comienzan a emerger de manera sostenida e
imparable, el por fin cae en conciencia de que está atrapado en un cuerpo que
no es el suyo. La búsqueda de la felicidad se convierte en su meta, y necesita
ser amado y amar a alguien sea del sexo que sea. Para su empresa necesita el
apoyo incondicional de su conjugue, confidente y mejor amiga.
La chica danesa (The Danish Girl)
es el ejemplo perfecto de la elegancia y la sofisticación del cine inglés, con
excelentes encuadres a través de lentes gran angulares y que en momentos
posiciona una cámara con imágenes deformadas para contextualizarnos en la
psiquis de su personaje principal el cual se debate entre dos mundos, el de
continuar una vida falsa heterosexual o asumir su inclinación hacia la
transformación fémina total, sin importar las consecuencias sociales,
psicológicas y hasta físicas.
El director de la premiada El
Discurso del rey narra en detalle la historia del pintor que prefirió ser una
mujer, desde el despertar de su crisis de identidad hasta la resolución radical
que adopta para terminar con el “problema”. Todavía hoy en día este tema
resulta algo tabú pero en aquel entonces la medicina, y la sociedad en general
tildaban de pervertidas este tipo de conductas y hasta se les encerraba en
manicomios y se les trataba con electrochoque.
Pero lo que realmente interesa al
director es retratar la evolución de Einar y su emancipación de hombre a mujer con
primerísimos planos de sus manos tocando sus piernas cubiertas con finas
medias, o los dedos pasando por su cara mientras observa a una chica en un club
de alterne, o de él mismo mirando su cuerpo desnudo ante un espejo en un acto
de desprecio a su sexo masculino. Cuando nuestra figura llega hasta el punto de
no querer volver a vestirse como un hombre el espectador entra en plena noción
del valiente acto de rebeldía de Einar el cual ya no tendrá vuelta atrás.
Es conmovedora y perfecta la
interpretación de Einar en la piel del ya oscarizado y de nuevo nominado Eddie
Redmayne que sabe hacer avanzar los cambios de su personaje en todos sus gestos: la posición de las manos, el caminar, la tímida sonrisa, hasta el punto que el
actor luce femenino y fuera de sitio cuando va vestido de hombre desde los
inicios del metraje.
No dudamos que estamos ante un
melodrama real que seguro padeció el matrimonio Wegener, pero la química y el
funcionamiento de la dupla Redmayne y su esposa cómplice muy bien abordada por
Alicia Vikander (nominada al Oscar) como Gerda le da la credibilidad y el
interés a la trama que posiblemente en manos de otros no hubiera convencido del
todo.
VALORACIÓN 8 / 10
alf.cols@gmail.com / @cinealfred
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