A nuestros recurrentes lectores ya les hemos
hablado de la diferencia entre el cine institucional y el cine reflexivo, una
vez más se nos presenta un excelente caso de cine reflexivo (radicalmente con
sello de autor) en donde lo planteado por el film es incomprendido por una gran
masa, mientras una parte de aquella que si logra descifrarla descarga toda su
furia ante el atrevimiento y la valentía del autor de hacer una avasallante
critica a diferentes tópicos considerados por muchos sagrados e intocables, ese
es el riesgo que corre todo aquel que se decide transitar por el camino de
hacer cine de autor. No es la primera vez que en las artes esto pasa, podemos
mencionar a aquellos que en su momento en el ámbito musical menospreciaron a un
Mozart, a un Elvis Presley o a Los Beatles, en la literatura los que se
sintieron ofendidos por los tratados del Marqués de Sade y por supuesto el
ámbito cinematográfico no escapa de esto, allí está un Orson Wells con su
Ciudadano Kane, un Kubrick con su 2001 Odisea En El espacio, muestras de
artistas que están a uno o más pasos a nivel intelectual del resto de los
mortales, lo cierto es que en la sociedad existen dos cosas que parecen no encontrar
tolerancia, los que se quedan atrás y los que están más adelante.
El festival de Venecia ha servido como
catalizador para mostrar las reacciones divididas que ha sufrido la nueva
propuesta de Darren Aronofsky (Réquiem por un sueño, El Luchador, El Cisne
Negro), la mitad de la audiencia la aplaudió y la ovaciono, la otra mitad se
definió por el abucheo, los que estamos en el grupo que la ovaciona sabemos que
solo el tiempo se encargara de colocar al autor y su obra en el sitial que
merecen, los que hoy la abuchean serán olvidados y muy posiblemente en el
futuro no les quedara otra que reconocer el calibre inequívoco de esta
propuesta valiente, sincera y sin concesiones del señor Aronofsky, quien solo
podrá encontrar resistencia en el futuro de un escaso grupo de devotos
religiosos, que de paso son excelentemente bien retratados en la cinta, tal vez
de allí su furia.
Mother es una película que tiene varias
lecturas, y lo interesante es que tendrá diferentes interpretaciones por parte del público, aunque su
autor ya haya dicho o asomado luces de donde vienen los tiros, pero
precisamente esa aura de misterio y su abierta predisposición a las
interpretaciones, harán de esta propuesta llena de metáforas un clásico
instantáneo que ira creciendo conforme vengan sus futuros visionados.
La cinta en un nivel funciona perfectamente
como un thriller psicológico que recuerda en algunos pasajes al Bebe De
Rosemary de Polanski, simplemente tenemos a una pareja conformada por Jennifer
Lawrence (quien da aquí su mejor actuación) y Javier Bardem como un matrimonio que
vive solo en una casa de pradera en remodelación, el esposo es un escritor que
atraviesa un bloqueo creativo, su esposa está encargada ella misma de la
reconstrucción pieza por pieza de la casa previamente consumida por las llamas,
esta aparente tranquilidad es quebrantada por la inesperada visita de dos
extraños: Michelle Pfeiffer y Ed Harris, esta visita da pie a una serie de
eventos que desembocaran en una total invasión masiva del sagrado hogar, a lo
largo de la trama esta invasión llega a alarmantes niveles los cuales se
direccionan a un clímax altamente violento, angustiante y enormemente surrealista.
Aronofsky arma un espectacular thriller con
una sola locación más una inquietante cámara que se sustenta de primeros
planos, sobre todo del rostro de Jennifer Lawrence, quien es el objeto en donde
recae todo el sufrimiento y el horror que conlleva la destrucción paulatina e
indetenible de su hogar, es precisamente hacia el ultimo de este desenfrenado
tramo y en su conclusión en donde el espectador se torna más confuso, si sobre
todo a percibido hasta ese momento la historia como una cinta común de terror y
suspenso, lo cual por supuesto no lo es, la propuesta está sustentada en una
serie de metáforas bíblicas y todos los personajes son alegóricos o
referenciales, solo comprendiendo la metáfora que desea imprimirnos Aronofsky
nos podemos acercar al universo caótico y decadente que tenía en mente el
director a la hora de escribir el guiòn y luego darle vida a través del
metraje, de allí es entendible la división que produce en los espectadores esta
obra rompedora de esquemas en aquellos que logran descifrar o acercarse a los
códigos alegóricos insertados y contraponerlos con nuestra actual realidad.
Entre los diversos tópicos espinosos que
aborda Aronofsky en Madre encontramos:
- La sobrepoblación mundial
- La emigración
- La destrucción ecológica del planeta
- El fanatismo religioso
- El culto a la celebridad
- La violencia como forma de solución
- La pérdida de la individualidad en pos del
populismo
- Las motivaciones del Dios todopoderoso
Con este abanico de metamensajes que manda
Aronofsky arropados en un manto bíblico, no es de extrañar que ha muchos el
director les haya metido el dedo en la llaga y de allí su natural reacción
negativa ante la insolente e irreverente postura del realizador, al final esto
no menoscaba su obra, si no la hará crecer mucho más. La valía de esta Madre en
la conciencia artística tal vez no será reconocida de inmediato, pero no se
puede negar el efecto de una cinta de esta envergadura, la cual se queda
clavada en el inconsciente y puede que permanezca allí por días, que es donde
subyace el verdadero poder del séptimo arte.
VALORACION 10/10
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