Coproducción entre Venezuela-Panamá-Estados Unidos,
dirigida por el venezolano Jonathan Jakubowicz
quien se dio a conocer por Secuestro
Express (2005), Hands Of Stone
seria su segundo largometraje agregando a su currículo un documental, un
cortometraje y 3 episodios para series de televisión. En el caso de Hands Of
Stone puedo hacer dos cosas, por un lado me solidarizo con el compatriota y le
doy un espaldarazo haciéndome la vista gorda de lo que vi o por el otro continuo
mi tendencia de hacer una crítica constructiva mas no destructiva en torno al
cine venezolano, como soy terco me inclino por la segunda opción.
Indistintamente de que no fue filmada en
nuestro país, su historia no tiene que ver con nuestra idiosincrasia y hay
financiamiento foráneo involucrado, lo que vi fue una cinta de factoría venezolana
con todos los clichés y fallas que ya conocemos, además quien dirige el timón
del barco y firma el guion es el venezolano Jonathan Jakubowicz, este traslada
la misma mentalidad fílmica con la cual proceden la mayoría de los realizadores
de mi patria ahora a territorio foráneo, es excesivamente fácil una vez que se está
trabajando en suelo estadounidense y que el espíritu hollywoodense haga acto de
presencia para que un realizador en este caso venido de Venezuela se crea o lo convenzan
de que tiene a Dios a su merced y viendo el resultado de Hands Of Stone se me
hace difícil no pensar que el compatriota Jakubowicz sucumbió ante esto.
El primer problema y más grande de Hands Of
Stone es su guion, Jakubowicz quien tan solo tiene bajo su manga un
largometraje de ficción para la gran pantalla se lanza el solo la responsabilidad
de la autoría de este biopic del boxeador Mano
De Piedra Duran, hacer una propuesta biográfica es sumamente difícil y no
todos salen airosos de tamaño compromiso, desde mi punto de vista a Jakubowicz
le faltó algo de humildad y debió haber buscado ayuda con el fin de coescribir
con otros guionistas con más experiencia para así asegurarse un guion sólido, si
estuviéramos hablando de un guión de ficción la situación hubiese sido
diferente y Jakubowicz se hubiese podido permitir el lujo de ser autor-director,
pero en una propuesta de esta envergadura y con un biopic más de los miles que
se han hecho el debió haber blindado lo mayor posible el guión con el fin de
lograr gran credibilidad en la película y así continuar su carrera como
director ya en las grandes ligas, lamentablemente esto no se logra comenzando a
nivel de escritura por las siguientes razones:
Jakubowicz igual que otros compatriotas suyos y mios pretende contar en una hora y
cuarenta y cinco minutos aproximadamente algo que viendo lo que el abarco
incluida la niñez de Roberto Duran duraría mínimo dos horas y media, inclusive
se empeña en insertar el conflicto por el canal de Panamá de manera fallida, aquí
se cumple de nuevo la premisa de que el que mucho abarca poco aprieta y los núcleos
dramáticos no son tratados con la profundidad que ameritan, terminando en un
collage de situaciones que no logran meterse en la piel del espectador, punto
grave para una historia sobre boxeo que requería de mucha emocionalidad y
adrenalina.
Dejando a un lado a Edgar Ramírez como Roberto Duran y Robert De Niro como Ray Arcel todos los demás personajes que
desfilan por la cinta incluido los niños muy mal dirigidos (trabajar con ellos
no es fácil) no tienen ningún tipo de importancia ni relevancia para la
historia, todos desembocan en caracteres marginados y abandonados, como ejemplo
tomemos a Chaflán interpretado por Oscar Janeada, su muerte extremadamente
previsible bajo un recurso que ya hemos visto en infinidades de películas (Meet
Joe Black por nombrar una) pasa totalmente desapercibida ya que al personaje no
se le dio la importancia debida a la hora de la escritura y por lo tanto al plasmarlo
en la pantalla no logra la empatía necesaria con el público, y así pasa con
todos, no importa a cuantas “estrellas” hollywoodenses trate de incorporar Jakubowicz en busca de algo de prestigio, John
Torturro, Ellen Barkin, hasta los cantantes Usher y Ruben Blades sufrirán el
mismo destino de Chaflán: no importan,
el prestigio se gana haciendo personajes redondos más buenas y honestas
historias, punto.
Para que dos escenas de sexo forzadas en
donde muestran sus traseros Edgar Ramírez y Usher, ¿A quién va dirigido eso?, ¿A
captar público femenino, o homosexual? ¿Acaso esos dos targets no tienen
cerebro, no piensan? Aquí hay un peligroso ejercicio de subestimar al
espectador, algo no conveniente para un cineasta que quiere construir una seria
carrera como director fuera de nuestro país.
En el apartado actoral el único que logra
credibilidad es su actuación es Edgar Ramírez e hizo bastante con lo poco que
le dieron porque Robert De Niro es el mismo de hace más de 20 años para acá, atrás
quedaron sus grandes interpretaciones con cintas como las de Scorsese, ahora lo
que vemos es un De Niro que se repite una y otra vez, aborda todos los papeles
de la misma manera, claro que si lo comparas con los demás actores de esta película
actúa bien, es una leyenda, pero aquí solo se limita a cumplir con su trabajo y
nada más, está en la cinta solo porque su nombre es sinónimo de que los
productores se animen a invertir en ella, así que no esperen aquí nada
extraordinario de De Niro.
Llegamos a lo técnico, si el guión viene con
fallas ese defecto se va a trasladar a la hora de construir las imágenes y acoplarlas en la sala de edición, no dudamos
en el conocimiento técnico que posee Jakubowicz
y su equipo, en una vista por encima las tomas están bien construidas y la edición
posee cierto buen ritmo, de hecho la cinta no aburre del todo, pero en muchas
situaciones las tomas y la edición son edificadas para tapar defectos en la
historia y en la dirección de actores, debido a la mala escogencia de que es lo
que se va a contar en un relato biográfico y querer abarcar mucho en tan poco
tiempo la edición es excesivamente acelerada y no da tiempo a que el espectador
se meta de lleno en cualquiera de las situaciones dramáticas que se plantean,
el resultado es un relato sin horizonte, perdido que no apunta con precisión a
ninguna parte, si vamos a las tomas es gravísimo el resultado final de la filmación
de las peleas, parte esencial del relato, los combates están mal coreografiados
y parece que Jakubowicz consiente de esto opta por el efectismo con tomas panorámicas,
cenitales, travelings alrededor del cuadrilátero, cualquier hazaña para tratar
en lo posible de no meternos de cara en el combate cuerpo a cuerpo y cuando lo
hace nos damos cuenta de la inexperiencia de su realizador a la hora de dirigir
estas escenas de gran envergadura, y es aquí donde se nos presenta lo más
blasfemo de la propuesta, una historia sobre un pugilista donde sus peleas no
emocionan y no se meten en la vena del espectador, la cinta termina y nos
preguntamos ¿Y por qué Roberto Duran fue campeón? ¿Qué fue lo que hizo?, que un
realizador siembre esa duda en su manifiesto es perjudicial, y eso no se
acomoda con tomas de niños o de panameños que salen a las calles a celebrar las
victorias de Roberto Duran, el daño ya está hecho, porque ya desde el guión
viene la propuesta con grandes fisuras.
Felicito a Jakubowicz como compatriota por
ser el primer venezolano en dirigir esta empresa fílmica de factura
internacional y con base en los Estados Unidos, eso de por si es un
extraordinario logro, muchos cineastas venezolanos matarían por eso y Jakubowicz
lo consiguió, los errores están para aprender de ellos y mi deseo para este
compatriota es que se eleve como cineasta y que nos brinde propuestas interesantes,
algo de su talento lo pude apreciar en la entretenida Secuestro Express, pero
por los momentos Hands Of Stone
dista mucho de ser un aceptable biopic y mucho menos un emocionante drama
deportivo.
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